Fernández Concha, Rafael6/10/20166/10/20162014https://hdl.handle.net/20.500.14502/42Alexis de Tocqueville, al final de Democracia en América, compara la diferencia entre el viejo orden y la nueva democracia como si fueran parte de dos humanidades diferentes. Algo análogo ocurre con el sentimiento común de las mayorías al enfrentarse a este fenómeno: rechazar lo anterior y asumir el nuevo con todo lo que implica. Dando una mirada a los hechos de las nuevas democracias, remontando incluso hasta la revolución francesa, descubrimos efectivamente que las nuevas democracias ciertamente implican la disolución de vínculos de larga data y el reemplazo de estos por nuevas relaciones: aquellas establecidas desde la libertad de cada individuo que con su asentimiento sellan. Evidentemente, hay un notorio progreso en estos nuevos vínculos: ningún individuo está obligado a nada que él no haya consentido. Ese es el sentido emancipador de la nueva democracia prácticamente desde su origen.application/pdfspainfo:eu-repo/semantics/openAccessDemocraciaÉticaLa libertad y la éticainfo:eu-repo/semantics/preprinthttps://purl.org/pe-repo/ocde/ford#6.03.04